Dependiendo de las necesidades del paciente y el motivo de consulta se interviene de manera individual a través de la terapia cognitivo conductual que tiene en cuenta los pensamientos, sentimientos y conductas, y muestra una gran efectividad en depresión, ansiedad, trastornos de alimentación, fobias, trastornos obsesivos compulsivos , impulsividad, trasgresión de normas… Es una herramienta útil para aprender a controlar emociones, solucionar conflictos y relacionarse mejor.
Cuando los pacientes son niños y adolescentes, las familias tendrán que asistir a terapia, para reforzar, ayudar o cambiar conductas que ayuden a producir un cambio. La familia como sistema juega un papel importante, por eso es necesario contar con su implicación.